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Protegen el pecho y facilitan, por tanto, la continuidad de la lactancia materna.
La forma de la pezonera y su espesor extrafino facilitan la trasmisión de la temperatura y olor del pecho. Permiten el máximo contacto de la nariz y barbilla del bebé con la piel del seno, maximizando así las sensaciones táctiles y olfativas que caracterizan la lactancia materna.